photo large_zpsf65e2477.gif

sábado, 27 de octubre de 2012

Hasta la muerte (primera parte)

“Un juramento
 Que fue promesa fugitiva,
Una mirada, que fue mentira,
Un panorama que fue como una pincelada,
Que dio a la tarde
Transferencia organdí”
La Fugitiva, Agustín Lara 




- Me prometes que volverás 
- Te lo prometo 
- ¿Me lo juras? 
- Te lo juro, 
- ¿Y me juras que siempre seremos amigas? 
- Amigas hasta la muerte 
- Hasta la muerte, hasta muerte, hasta la muerte… 


María se despertó precipitadamente, hace años que no tenía esa clase de sueño, el avión estaba a punto de aterrizar la aeromoza le pidió abrocharse el cinturón, después de hacerlo se asomo por la ventana, era de noche, solo pequeños puntos amarillos se divisaban desde esa altura, al fin estaba de vuelta en México, y de la nada los recuerdos de ella le llegaron a la mente ¿Donde estará en esos momentos?, ¿aún me recordara?, pero ¿Por qué ahora? ¿Por qué precisamente en México?, Bien pudo haber pensado en ella durante toda su estancia en París pero no lo hizo, nunca le vino a la mente, hasta ahora. 

El viaje de París la había dejado muy cansada, sólo quería llegar a descansar y olvidarse de un futuro incierto, tomo un taxi que la llevo a la casa que no había pisado durante tantos años. Tenía la misma estructura de antes, el jardín había crecido un poco más, estaba repleto de rosas y demás flores hermosas, y en la entrada la esperaba Austece, su madrastra con los brazos abiertos, no había envejecido mucho una ventaja para las extranjeras, pensó. 

Después de tener una charla las dos, María se retiro a descansar estaba totalmente exhausta, subió las escaleras y se retiro a su habitación. Seguía igual que como la recordaba antes de irse a París con excepción de la cama que había sido cambiada por una más grande, sus muñecas se conservaban en el mismo rincón, los peluches estaban sobre el baúl de la ropa y sus fragancias infantiles habían sido cambiadas por unas más juveniles al igual que la ropa de su closet, Un buen detalle de Austece, pensó. 

- Amigas hasta la muerte 

- Hasta la muerte, hasta muerte, hasta la muerte… 
María volvió a levantarse sobresaltada, el mismo sueño había perturbado su tranquilidad, pero no era un sueño, era solo un eco de voces que repiten la misma frase sin cesar. María susurro el nombre de ella, saco debajo de la cama la caja de los recuerdos, la miro algunos segundos la abrió delicadamente tomo las viejas cartas que se encontraban dentro de ella, y en las penumbras comenzó a leerlas, las lagrimas comenzaron a rodar por sus mejillas. 

Un grito había perturbado la tranquilidad de esa mañana, Austece había caído de las escaleras, María había corrido en su ayuda al igual que los sirvientes, afortunadamente no había pasado nada grave, sólo se había fracturado una pierna , imposibilitada Austece María se encargo de los negocios de su padre. 

Una tarde Austece recibió una llamada, proveniente de la hacienda del Padre de María el viejo hogar de esta y que tantos recuerdos le traía. 
- Pues veras Remigia me es imposible arreglar ese problema personalmente, tuve un accidente y no puedo viajar 
- Señora es urgente que venga alguien de la familia 
- No hay nadie que lo pueda solucionar, ¿Fulgencio? El siempre fue la mano derecha de mi marido 
Remigía se quedo en silencio por unos segundos 
- No señora no creo que él pueda arreglarlo vera, 
- ¿Qué pasa?-, pregunto María que en ese instante entraba al despacho 
- Permítame Remigía-, dijo Austece. - Hay problemas algunas hectáreas de la hacienda, Remigía dice que es necesario que alguien de la familia vaya a solucionarlo 
- Yo puedo ir-, dijo María sin vacilar 
- ¿Estás segura? 
- Por supuesto creo que me hará bien volver al lugar donde naci 
- Remigía, acabo de solucionar el problema, María ira en mi lugar será de más ayuda que yo en estos momentos 
- Como usted ordene señora. 

María se encontraba recostada sobre Antonio ambos estaban desnudos, ella lo abrazaba tiernamente mientras el besaba con delicadeza su espalda desnuda. 
- Extrañaba estar así-, dijo ella mientras besaba el pecho de Antonio 
- Yo también, pero extrañaba más ver tu rostro, si me hubieras dicho que estabas de vuelta en México hubiera ido a verte en seguida 
- Perdóname pero con el accidente de Austece, he estado muy ocupada 
- Esa no es excusa-, exclamo él 
- Lo importante es que ya estamos juntos de nuevo-, susurro para después besar su pecho tiernamente 
- Pero no por mucho tiempo, ¿Es necesario que vayas tú, no hay nadie que se encargue de eso? 
- Pues Fulgencio podría encargarse, pero desconozco el porqué no lo hace, porque no me acompañas, solo serán unos días 
- Sabes que me encantaría, pero no puedo apenas empiezo a trabajar en el despacho y pedir un permiso, no sería muy conveniente 
- Tienes razón 
- Sólo quiero que regreses pronto 
- ¿Por qué? 
- Porque quiero que te cases conmigo 
- ¿lo dices en serio Antonio? 
- Más en serio que nada en el mundo quiero amanecer a tu lado todos los días de mi vida 
- Yo también quiero anochecer a tu lado hasta el fin del mundo, Antonio 
- Entonces cuando vuelvas, anunciaremos nuestro compromiso 
- Lo que tu pidas Antonio-, respondió María y se fundieron en un abrazo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

inserte aquí sus palabras